Uno de los momentos más felices de la infancia llegaba cuando el niño o niña abría la caja de LEGO, calculaba la dificultad de la construcción y congelaba el tiempo hasta convertir las piezas desperdigadas en un barco, castillo o aeropuerto perfectamente ensamblados.
Cada país, cada región y cada área de influencia presentan fortalezas que, debidamente enhebradas, completan el puzzle ideal.
Si Andalucía fuese una caja de LEGO y alguien dispusiese del poder de diseñar los planos y ejecutar la obra, se obtendría una imagen similar a la que sigue.
A lo largo de la costa, lideradas por Cádiz y su tradición de astilleros y Algeciras y su puerto súper-conector, se vertebraría un hub de investigación y desarrollo que abarcaría desde Huelva hasta Almería y tendría por misión anticiparse a la subida del nivel del mar y combatir el deterioro de los océanos con soluciones disruptivas.
Como en California, gran parte de la economía andaluza (con el turismo a la cabeza) depende de la preservación del litoral y de la conservación de las infraestructuras desplegadas en esas latitudes (puertos, aeropuertos, hospitales, escuelas y enormes masas de vivienda). Este eje sería estratégico.
La Línea reforzaría la aportación gaditana con un centro especializado en internet de las cosas aprovechando la experiencia pionera de Fossa Systems y sus picosatélites.
En su condición de potencia agroindustrial, y con Huelva, Jaén y Almería a la cabeza, otra pieza del puzle andaluz sería la creación de una suerte de red de incubadoras-aceleradoras público-privadas que potenciasen la optimización del regadío, el aprovechamiento máximo de las cosechas e incluso la readaptación del territorio a los cultivos más adecuados. Buena alimentación, preservación y mercado son realidades compatibles.
En sintonía con lo anterior, y bajo la inspiración de la selva replantada en el páramo brasileño por Sebastiao Salgado y su esposa, Almería coordinaría los estudios para recuperar amplias zonas áridas de la comunidad. Si ya existen empresas andaluzas que investigan cómo plantar semillas en el suelo de la Luna (Innoplant), nada indica que hacerlo en el desierto de Tabernas sea más difícil.
Con su extraordinario empuje reciente, Málaga sería la capital tecnológica de Andalucía. Google (ciberseguridad) y Vodafone (conectividad, redes) decantan en parte el camino a seguir en una ciudad que por clima, conexiones y ecosistema emprendedor resulta muy atractiva. Los videojuegos, con los esports en primera línea (OWO, Giants, Kaikoo, Kaiju, Kronte), completarían el trébol mágico de la Costa del Sol.
Granada profundizaría en su especialización en sanidad y biomedicina a rebufo del Parque Tecnológico de la Salud. E-health y biotech son dos de los verticales llamados a marcar el futuro más inmediato de la economía en un planeta donde la población envejece y demanda soluciones precisas y efectivas.
El gran objetivo de Córdoba consistiría en replicar, escalar y mejorar modelos de negocio basados en el e-commerce y los marketplaces. Ejemplos como Pienso y Mascotas o Cocinas Online avalan la teoría de que hoy se vende desde cualquier rincón del mundo y a cualquier destino, por recóndito que parezca. Asimismo, cordobés sería el laboratorio de SaaS (software as a service) más relevante de la región gracias al tremendo éxito de Genially y sus programas alternativos a Microsoft, y al tirón de Nosolosoftware y sus soluciones de digitalización para pymes y grandes compañías.
El círculo se cerraría en Sevilla, que explotaría su amplia trayectoria en aeronáutica y automóvil para revolucionar el transporte del siglo XXI, la logística y la red de recarga mediante energías renovables. Tres referentes de los viajes y el turismo (Glamping Hub, Kampaoh y TravelFine) animarían en paralelo una plataforma orientada al travel-tech.
Las vitaminas, la energía, el empuje para plasmar este LEGO ya están ahí. Hay incubadoras, programas de aceleración, sinergias entre el tejido empresarial y la universidad, startups con métricas sólidas y centros internacionales que eligen Andalucía como teatro de operaciones.
¿Qué busca el emprendedor? Un entorno inspirador y un marco legislativo propicio. ¿Qué anhelan las empresas? Talento diferencial. ¿Qué necesitan las universidades? Formación adaptada a las demandas del mercado. ¿Qué aportan las administraciones públicas? Capital, enfoque, agilidad. ¿Qué espera la población? Una sociedad mejor preparada, más pudiente y con mejores herramientas para competir en el siglo XXI y, también, para superar los desafíos más complejos de la humanidad.
Aunque el LEGO siga a medias, rematarlo depende de la triple uve: voluntad, visión y valentía.